Este primer calendario unificado quedó de la siguiente manera:
- Mártium: mes de Marte, dios de la guerra
- April: mes de apertura de flores (por la primavera, en el hemisferio norte)
- Máium: mes de Maia, diosa de la abundancia
- Júnium: mes de Juno, diosa del hogar y la familia
- Quintil: mes quinto
- Sextil: mes sexto
- Septémber: mes séptimo
- Octóber: mes octavo
- Novémber: mes noveno
- Decémber: mes décimo
- Januárium: mes de Jano, dios de los portales
- Februárium: mes de las hogueras purificatorias (februa)
Los diferentes reajustes no consiguieron acabar con el desfase de tiempo, llegando el invierno a ser fechado en el otoño astronómico. Hasta que el emperador Julio César decidió acabar con este problema, ordenando una reforma.
Este nuevo calendario se implantó en el año 46 a.C. con el nombre de Julius, aunque posteriormente paso a llamarse Juliano, evidentemente en honor a Julio César. Pero fué en el 44 a.C cuando se acordó que todos los años deberían tener 365 días y que cada cuatro años 366, esto años de 366 días pasaron a llamarse años bisiestos.
En ese mismo año, Marco Antonio pidió que el mes Quintil pasase a llamarse Júlium, en honor a Julio César, llegando al español como Julio. Ya en el año 23 a.C. el Senado Romano hizo lo propio esta vez con Octavio Augusto, pasando el mes de Sextil a llamarse Augústum, en español Agosto.
El año 153 a.C. se toma como inicio del año el 1 de enero, en lugar del tradicional 1 de marzo, para poder planear las campañas del año con tiempo debido a las Guerras Celtibéricas que se estaban desarrollando en la Península Ibérica y los problemas que estaba causando la conquista y asedio de Numancia.
Hasta este momento los meses carecían de semanas, fue en el 321 d.C. cuando el emperador Constantino I, copiando el calendario lunar mesopotámico, implantó las semanas de siete días.